Buenos propósitos

De parte de C.

Planchar el panuelo de modo que el cuadrado resulte perfecto. Bautizar con un nombre de mujer cada planta de la casa. Regar las flores pétalo a pétalo y con distintas aguas (los claveles, con agua de rosas, las artificiales con agua de colonia). Firmar hipotecas con làpiz de labios. Buscarnos a nosotros mismos en las rebajas. Mezclar hielo y fuego sin que uno constipe o queme al otro hasta, por fin, lograr algo tibio. Hacer cubitos de làgrimas. No acudir ninguno de los dos a la cita convenida. Explicar cosas complejas y que todos las comprendan a la perfeccion. En una cena miltitudinaria, que la suma de la aportacion de cada comensal coincida con el importe de la nota y, encima, quede algo de propina. Escribir un hijo, plantar un libro, parir un àrbol. Esperar trenes y dejarlos partir. Sonreir mientras pelamos cebollas. Nacer el proximo 29 de febrero y morir de viejo a los veintetantos. Matar a la primera estocada. Lograr strike en la bolera, diana en los dardos y cum laude en una tesis. Jugar a los dados con canicas. Al abrir una ostra, hallar una seta y dar gracuas a Dios por sus faltas de ortografia. Conseguir en casa el gintonic perfecto, como de bar lleno de gente. Enviar participaciones de divorcio. Enhebrar una aguja de cocer con los ojos cerrados. Dibujar filas indias con tinta china en una cama turca. Exigir peras al olmo. Quemar abanicos en invierno, cantar villancicos en la playa. Ver visiones. Hacer el amor y amar el hacer. Que el brindis rompa las copas y mezclar la sangre de las heridas. Inventar un nuevo tiempo verbal: el presente perfecto. Que el tonner de la impresora se acabe en la redondez de este punto final.